Interfase Productiva
Teoría y
técnica de la acción desde una lógica proyectual sistémica vinculada a la
generación de infraestructuras en espacios intermedios difusos a partir del desplazamiento
de las capacidades originales que las constituyen.
Imagen del trabajo
Epígrafe de la imagen de programa
Planta y Corte. Hoover Dam. Clark County, Nevada/ Mohave County, Arizona, U.S.
Planta y Corte. Hoover Dam. Clark County, Nevada/ Mohave County, Arizona, U.S.
Imágenes de catálogos
Epígrafe de las imágenes de catálogo
Construcción 1931. Hoover
Dam. Clark County, Nevada/ Mohave County, Arizona, U.S.
La
teoría de sistemas toma como punto de partida un principio de diferenciación:
el sistema no es simplemente una unidad, sino una diferencia. La dificultad de
esta disposición teórica estriba en poder imaginar la unidad de dicha
diferencia. Para poder ubicarlo un sistema (unidad) necesita ser distinguido.
Por tanto, se trata de una paradoja: el sistema logra producir su propia unidad
en la medida en que lleva a efecto una diferencia. Niklas Luhmann. Introducción
a la teoría de sistemas.
Introducción
La presente investigación está motivada, no solo por
la búsqueda de un conocimiento nuevo, sino también y esencialmente, por la
inminente necesidad de desarrollar una metodología aplicable en procesos
temporales (transitorios) complejos, utilizados en diferentes campos de trabajo
vinculados a las disciplinas proyectuales, fundamentalmente arquitectónicas y
urbanas.
Dado la escasa producción en los últimos años de
teorías afines a las prácticas proyectuales que han caracterizado a la
disciplina desde sus orígenes, y entendiendo que esta materia constituye uno de
los puntos centrales sobre los cuales enfocar tanto la actividad académica como
la práctica misma de la arquitectura en nuestros contextos, y partiendo del
presupuesto de que esto constituye un riesgo irreversible, está investigación busca
cuestionarse por la posibilidad de existencia de estrategias proyectuales
arquitectónicas y urbanas tendientes a generar nuevas instancias en los
procesos de producción contemporáneos mediante la implementación de técnicas
proyectuales conscientes de las variables con las que opera, en un medio donde el mundo del diseño, en los ámbitos de
formación y sobretodo en los mercados dominantes de difusión de productos
creativos, ha instalado la idea de que el puro talento puede sustituir a la
formación. Prescindir de la rutina, proponer siempre lo nuevo, producir
estímulos distintos a cada instante implica, en muchos casos, no atender la posibilidad
de atravesar la experiencia como mecanismo de creación productiva o interfase
creativa, evitando la práctica como atributo cuantitativo productor de técnica
y cualidad.
En este contexto, Interfase Productiva se pregunta
cómo construir un sistema de relaciones maleable, elástico aunque
riguroso, a partir
de reconocer ciertas capacidades materiales constituidas en diferentes
construcciones convencionales que conforman los agenciamientos arquitectónicos
y urbanos, bajo la hipótesis de que, en sus incumbencias y más allá de ellas,
se producen desplazamientos creativos complejos, que, mediante el
desarrollo de ciertas técnicas específicas, los procesos por los cuales esos
corrimientos se cristalizan o devienen en estados de potencia diferenciados de sus
estadios originales, pueden ser conducidos por, y a partir de una lógica
proyectual que se constituya en el mismo proceso de producción que lo produce.
Interfase Productiva explora, a través del proyecto y
sus técnicas, como ciertas organizaciones materiales mundanas, en su formación
convencional, desarrollan capacidades para las que no habían sido creadas,
entendiendo que detrás de esas convenciones radican muchos de los conflictos y
problemas que luego se evidencian o se materializan en el espacio urbano/arquitectónico,
procurando mediante una práctica metodizada generar nuevos sistemas de
organización a través del desplazamiento de las variables que constituyen esas
capacidades.
En este contexto, se estudian construcciones
convencionales, que a su vez son parte de otras estructuras que las engloban
pero que las definen en su convencionalidad, infraestructuras típicas pero
genéricas, que operan en diferentes escalas simultaneas, ya que es interés
demostrar que los efectos se producen en perfecta correspondencia temporal,
tanto en espacios públicos y ecuménicos como en espacios íntimos y minúsculos.
En definitiva, construcciones condescendientes, más o menos complejas, que han
sido creadas para unos fines específicos, pero que en su evolución y/o involución
han tenido que mutar respecto de su especificidad original para responder a
otras demandas para las cuales no habían sido creadas. Estos desplazamientos,
generalmente no previstos, pueden ser descifrados como estados de potencia a
ser evaluados según el entorno en el que operan y más allá de este también, ya
que en su anatomía radica una sistemática que establece múltiples capacidades
que pueden o no mutar, dado que su trasgresión no está únicamente vinculada a
su perfección interna y particular, sino que depende, en mayor o menor medida,
de un entorno que no es fijo, que lo condiciona, por lo tanto cambia al mismo
tiempo que demanda una nueva organización, tanto a nivel de los componentes que
los constituyen, como en la relación que establece con el medio exterior.
Con este tenor, Interfase Productiva construye
problemas entre infraestructura y territorio, entre infraestructuras y las
estructuras que la constituyen, y entre el territorio y sus componentes. Opera
más allá de la ruralidad del territorio o de la capacidad de urbanización de
una infraestructura en espacios intermedios no consolidados, fundamentalmente
difusos, donde la arquitectura no tiene presencia y donde lo urbano se disipa,
o no está lo suficientemente ausente como para no tener que ocuparse de
producir ciertos ajustes, entendiendo que estos lugares, comunes en todas las
centros urbanos y principalmente en las periferias de las grandes ciudades,
adquieren ciertas características especiales que los hacen diferentes a la vez
que se homogenizan.
Desde lo metodológico el trabajo opera en una
reducción, entendiendo que el mundo entrega más complejidad de la que los
sistemas en forma independiente pueden procesar, por lo cual todo sistema debe
aceptar un estado que se actualiza virtualmente, dependiendo del medio en el
que actúa. Este posicionamiento implica la redefinición, para las prácticas
proyectuales, de un rol disciplinar comprometido que las distinga tanto de la
dicotomía entre proyectos que construyen sentido bajo procesos aleatorios de la
forma, versus proyectos apriorísticos, basados en la generación de una idea
como eje conductor del proceso; como de la mera experimentación
espacial-material descontextualizada versus aquellos abocados al análisis de lo
existente.
El trabajo se plantea, en este sentido, la necesidad
de construir organizaciones materiales bajo la forma de sistema, entendiendo
que la operación básica sobre la que se constituye dicho sistema es la acción.
Siendo la acción una propiedad emergente que se encuentra oculta en los
elementos y componentes que conforman al sistema en su estado original, ya que
está inscripta en su realidad. Estas organizaciones antes de sus
desplazamientos, ya están integradas bajo la forma de ciertos símbolos
normalizados, por lo tanto, un prototipo no será posible si previamente no está
integrado bajo la forma de sistema.
Marco Intermedio
La cuestión de qué tipo de
ciudad queremos no puede estar divorciada de la que plantea qué tipo de lazos
sociales, de relaciones con la naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y
de valores estéticos deseamos. El derecho a la ciudad es mucho más que la
libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho a
cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes
que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del
ejercicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanización. El
derecho a la ciudad. Pág. 23 – David Harvey. Ciudades Rebeldes, del derecho de
la ciudad a la revolución urbana.
Dado que la construcción y la evolución del
territorio, se producen desde el sutil y violento intercambio de intereses y
necesidades de todos sus actores/actantes[1], que el territorio es una compleja red de regulaciones, modos,
materias diversas, usos y costumbres, en donde conviven, en distinto grado de
conflicto, la planificación publica, los intereses comerciales privados, los
diferentes asentamientos humanos y las organizaciones de hecho, y que en muchos
centros urbanos la hiperdensidad de uso del espacio público y privado provocan
conflictos culturales, sociales, económicos, ambientales y políticos; es
interés de esta investigación, establecer una teoría proyectual material
operativa que se vincule al estudio de diferentes agenciamientos y ensamblajes
arquitectónicos/urbanos, a través de investigar diferentes infraestructuras
urbanas, es decir aquellas construcciones hechas por el hombre destinadas a
servir de soporte para el desarrollo de otras acciones y funcionamientos que no
necesariamente se corresponden con las demandas sociales de las mayorías y
mucho menos con el cuidado del medio ambiente. En este sentido intuimos que el
estudio proyectual de estas infraestructuras, entendiéndolas como sistemas
holísticos materiales compuestos y complejos, más allá de su ingenuidad
original o su simpleza, nos permitirá, a través de ciertos trabajos, procesos y
procedimientos determinados, poder desplazar sus capacidades originales en
función de una nueva organización material distributiva que devenga en
condiciones equivalentes entre lógicas diferenciadas de utilización y
construcción del espacio urbano. Una proto-arquitectura que utiliza la potencia
de lo que está y que al desplazarla de sus relaciones naturales construye un
nuevo tipo de orden, generando condiciones para el desarrollo de demandas y
acciones no contempladas por el sistema y por la propia infraestructura,
entendiendo que esta arquitectura deberá construir una capacidad estética y
operativa en conexión con nuevos sistemas de relaciones que se vinculen a los
diferentes procesos de expulsión a los que está sometido el territorio
pos-capitalista, indagando y entendiendo nuevos tipos de demandas, que según
Saskia Sassen, adquieren forma modificando la relación entre Estado e
individuo, en un marco donde la lógica imperial que organiza la economía
política global es indiferente a ciertas dinámicas sociales emergentes que
necesariamente construyen nuevas formas de lo político.
Definiciones
Únicamente por medio de una estructuración
limitante un sistema adquiere la suficiente dirección interna que hace posible
la proliferación. Así, una estructura es la limitación de las relaciones
posibles en el sistema, pero no es el factor productor, no es el origen de la
determinación del estado siguiente del sistema a partir de la limitación
anterior a la que llego la operación.
La unidad real mínima no es la idea, la palabra o el concepto, ni
tampoco el significante: es el agenciamiento[2]. El
arquitecto/urbanista inventa agenciamientos a partir de agenciamientos que le
han inventado, hace que una multiplicidad pase a
formar parte de otra, pero lo complejo es hacer conspirar todos los
elementos de un conjunto heterogéneo, hacerlos funcionar juntos. Las
estructuras están ligadas a condiciones de homogeneidad, los agenciamientos no.
Estar entre medio, en el medio, en la línea de encuentro de un mundo interior
con un mundo exterior es agenciar.
Tanto la arquitectura como el urbanismo, y la correspondencia que
entre ellos se establece, están conformados por tramas superpuestas de
relaciones y sustancias complejas entre materias, componentes, medios y campos
muy diversos. A su vez cada una de estas nociones, internamente, despliegan
otras series específicas de relaciones constituidas por múltiples elementos que
tienen que responder a una gran complejidad de requerimientos como, códigos,
normativas, regulaciones, habitabilidades, secuencias funcionales, morfologías,
resoluciones programáticas, soluciones técnicas, economías constructivas, orientaciones
y distribuciones espaciales con sus distintos componentes: escala, proporción,
distancia, dimensión, peso, materia, textura, sonido, ritmos y color. A su vez
podemos pensar que la arquitectura es un sistema abierto conformado por
multiplicidades de variables que en muchos casos exceden el orden disciplinar
provocando cambios relevantes en el contexto físico, social, político,
económico y cultural; y al mismo tiempo podemos decir que el urbanismo es un
sistema de regulaciones, normas y leyes, tanto de derecho como, de hecho, que
opera de forma simultánea en escalas diversas condicionando y determinando el
propio espacio y la arquitectura. La capacidad de actualización y la eficiencia
de las mismas está dado por la consistencia de las operaciones realizadas en el
tiempo de producción, por lo cual es de fundamental importancia comprender que
la relación entre los componentes, las formas en que interactúan, las
conexiones con el contexto, la disposición y organización material dependientes
de los distintos requerimientos y la relevancia de las tramas, genealogías y
sistemas que interactúan entre los diferentes estratos son los que conforman el
espacio urbano. El medio que ocupa la relación es un lugar de privilegio, de
transformación y diferenciación, creador de inteligencia y de su propia
posibilidad, es una Interfase Productiva
en potencia, ya que proporciona de cualidad especifica al proyecto.
La arquitectura y el urbanismo son expresiones de situaciones
sociales reales y concretas, y la política es la respuesta a multiplicidades de
demandas en función de estas expresiones. Pero la definición de objetivos,
tácticas y estrategias, y la opción entre varias propuestas posibles forman
parte del posicionamiento político, que contempla nociones culturales,
estéticas, técnicas y tecnológicas.
Pensar la ciudad es atender la integración de demandas aisladas a
través de procesos de articulación del espacio, el lugar y la geografía.[3]
Pensar la ciudad es un modo de construir lo político. Entender las ideas de los
hombres y las acciones en que estos participan es fundamental para la
construcción de lo urbano, ya que la distinción entre un movimiento y su
ideología es irrelevante, lo que importa es la determinación de las secuencias
discursivas a través de las cuales un movimiento o una fuerza social lleva a
cabo su acción política urbana.[4]
Interfase Productiva no es una idea o un
concepto general, mucho menos una metáfora a cerca de un sitio indeterminado o
una relación abstracta intermedia de un proceso productivo; Interfase
Productiva es la construcción de una teoría metodológica, un engranaje que pone
en funcionamiento una práctica a través de una serie de técnicas específicas.
Es un medio para la generación de proyectos que introduzcan problemas disciplinares
en campos difusos y extraños donde la arquitectura se suprime, pierde
consistencia o desaparece. Es una infraestructura al servicio del proyecto, ya
que determina elementos diversos, de naturalezas diferentes y los aglomera por
medio de organizaciones, más o menos estables, procurando constituir planos de formación
ascendentes, que no dejen de funcionar a nivel molecular en otros planos en
forma simultánea, pero que a la vez constituyan componentes y aparejos
complejos determinados en sus diferentes niveles nomológicos.
Interfase Productiva[5] es el
intervalo entre fases sucesivas, este es útil y permite que una producción se
supere a sí misma, siendo creativa en la medida que invente mecanismos de
actualización para resolver problemáticas cada vez que se presenten. Interfase
Productiva se sitúa entre lógicas dinámicas, una es la lógica del derecho,
basada en un aparato formal: una objetividad o razón mayor que racionaliza de
algún modo el bien común y se establece como norma; otra es la lógica de hecho,
que integra comportamientos inevitables y que se impone con la fuerza de lo
factual. Interfase Productiva necesariamente se produce dentro de un espacio
temporal fluido donde transcurren los hechos relacionando los elementos
presentes, asegurando la continuidad de información entre elementos de fases
diferentes, permitiendo articulaciones e integraciones entre componentes de un
medio fluido heterogéneo.
Tendencias
Interfase Productiva investiga diferentes
tipos de agenciamientos a partir del conocimiento de las organizaciones
materiales que lo constituyen, haciendo foco no solo en los problemas de ensamblajes
humanos y no humanos (cosas) en función de las organizaciones materiales, sino
también, en la relación de éstas organizaciones con la condición de espacio
urbano/rural caracterizada como intermedias y difusas; se pregunta en términos
más amplios, pero a la vez más específicos, como se construye investigación proyectual a la
vez que se proyecta, cuales son los trabajos, procesos y procedimientos que
determinan el intervalo entre dos fases sucesivas en la producción de proyectos
y como la relación entre fases diferenciadas producen choques y disputan
dominios.
Interfase Productiva actúa en escalas diversas
y simultáneas evaluando informaciones heterogéneas, concentra el trabajo en
casos específicos y concretos, entre estructuras, infraestructuras y cadenas de
demandas sociales insatisfechas, muchas veces inscriptas en las organizaciones
materiales que la conforman, entendiendo que estas coyunturas se articulan en
geografías específicas pero generalizables, en diferentes niveles y escalas.
Opera entre medios urbanos y rurales, en escalas pequeñas, intermedias y específicas,
a nivel de las estructuras y las infraestructuras productivas que se insertan tanto
en el territorio desnaturalizándolo y transformándolo, como en el espacio
urbano consolidado, destruyéndolo o desplazándolo, pero entendiendo que, en ese
proceso, en esa transformación, particularmente de facto, radica cierta
violencia, que, por ingenua, se vuelve destructiva, aunque no carente de
inteligencia.
Interfase Productiva, establece condiciones
materiales programáticas contingentes, elabora políticas progresivas de acceso
a la ciudad de actores/actantes, generando eventualidades operativas y
creativas dentro de los sistemas de producción formales y espontáneos locales,
problematiza los modos convencionales de inclusión urbana de los sectores
marginados por la ciudad contemporánea. Construye procesos proyectuales para
alterar el medio en el que se sitúan, reconoce tensiones existentes entre
información y materia en tramas, genealogías y sistemas que interactúen entre
estratos y categorías diferentes, entre el proyecto de arquitectura, el
proyecto urbano y el territorio.
Si la dinámica urbana se articula entre
fenómenos materiales, físicos, sociales, culturales y económicos; Interfase
Productiva descompone estos fenómenos en relación a la arquitectura y más allá
de ella, robustece proyectos que los vinculan determinando elementos en función
de requerimientos externos e internos, develando como estos elementos tienen
que responder a una gran complejidad de exigencias con sus distintos
componentes, como estos requerimientos son determinados y como se establecen unos componentes y no
otros. Interfase Productiva determina un sistema pertinente de trabajo en
función de demandas específicas, no necesariamente visibles, pero al mismo
tiempo construye otro tipo de demandas generando cambios relevantes en el
contexto político, cultural, físico y social.
No se trata meramente de proponer buenas
intenciones y operar a través de, y en función de reponer un orden añorado o
disipado, una especie de romanticismos por ciertas estructuras del pasado, sino
de ir más allá de cualquier orden aceptado, para des-establecer,
desterritorializar seria tal vez el termino más apropiado, normas instauradas,
naturalizadas y consentidas que muchas veces por comodidad o por inercia no
hacen otra cosa que generar penumbras en los sistemas de organización,
opacidades en donde también las critica a las buenas intenciones se vuelve
conservadora de su propio interés para neutralizar ciertas lógicas contra
fácticas de organización que operan en el territorio. En este contexto,
Interfase Productiva propone el desarrollo de modelos para la descolonización
de territorios esencialmente sub-urbanos, ni rurales, ni urbanos, modelos de
organización territorial, infraestructuras arquitectónicas diversas con sus
diferentes lógicas organizativas y formas constructivas que buscan con
insistencia la recuperación de ciertas capacidades atrofiadas y/o la activación
de ciertos estados de potencia, más o menos latente que no han sido
desplazados.
En este contexto se pretende construir una
teoría metodológica que relacione la práctica proyectual y el concepto de
Interfase Productiva a través de diferenciar y ensamblar distintas niveles
lógicos y modos de aproximación al problema, tanto organizativos como
conceptuales; tanto en los modos operativos de producción y pensamiento como en
la descripción de campos específicos concretos, a través de proponer
estrategias materiales fundamentalmente sistémicas en función de generen
espacios de oportunidad, ya sea a través de develar capacidades no aprovechadas,
o construyendo nuevas capacidades a partir de entender, variar y alterar la
conformación de los componentes e instrumentos que conforman el sistema. Se
trata de establecer diferentes tipos de agenciamientos, multiplicidades que
permitan comprender, relacionar, mezclar y actualizar lógicas de producción
convencionales, nuevas y espontáneas, en función de demandas, modos y formas de
vida en territorios suburbanos contemporáneos en desarrollo.
Interfase Productiva asume que determinadas
estructuras, infraestructuras y territorios, contienen en su cuerpo y más allá
de sus órganos cierta inteligencia sedimentada en sus capas genealógicas, una
especie de memoria pragmática de acumulación material que progresivamente se
fue actualizando en función de contingencias concretas, que puede ser
exagerada, desplazada hacia nuevos sistemas de organización no necesariamente
lineales.
Finalmente Interfase Productiva interpela de
manera más específica, como las capacidades materiales encontradas en
determinados sistemas y tecnologías locales convencionales (estructuras e
infraestructuras) producen agenciamientos y ensamblajes urbanos, es decir
desplazamientos de las capacidades originales hacia sistemas más complejos que
en su diferenciación determinan espacios urbanos intermedios contingentes,
capaces de re-direccionar o no los sistemas actuales provistos por la ciudad;
como esos nuevos espacios diferenciados, producto de desplazamientos originados
en sistemas anteriores, constituyen
redes urbanas, es decir sistemas mayores de organización que se reconocen por
su genealogía material y programática, por los modos de conexión y de
organización originados en sus ensamblajes; como se determinan los
desplazamientos de las capacidades originadas en los modelos convencionales;
como estos informan nuevas capacidades en las estructuras de conexión,
derivación y evacuación; y como son afectadas por, y a partir de ciertos
patrones de organización inscriptos en su genealogía; cuales son los
dispositivos que regulan funcionamientos, velocidades y reposos, en escalas
simultaneas intermedias.
Infraestructura, superestructura
y territorio
La noción genérica de espacio urbano data
desde que hubo asentamientos humanos organizados, intercambios,
superestructuras e infraestructuras de todo tipo, las características que con
más frecuencia se han considerado para determinar el hecho urbano han sido,
fundamentalmente, el tamaño y la densidad, la actividad no agrícola y el modo
de vida, así como ciertas características sociales, tales como la
heterogeneidad, y el grado de interacción social.
Esta idea, incluso su desarrollo, es demasiado
genérica e imprecisa, no construye especificidad en sí misma, ya que la
complejidad interdisciplinar que prefigura impide actuar con precisión, por lo tanto,
requerimos proceder bajo condiciones que determinen el carácter de lo urbano
desde una óptica disciplinar fundada en saberes específicos intrínsecos a las
disciplinas en las cuales operamos.
Interfase Productiva investiga sobre una serie
de relaciones que fluctúan entre infraestructura y territorio, entendiendo que
éstas relaciones producen instrumentos complejos que no solo forman parte del
territorio que ocupan, sino que de alguna manera son los detonantes de la cualidad a la que llamamos urbano, por lo
cual presumimos que para que haya urbanidad debe haber infraestructuras que
generen las condiciones necesarias para que esto suceda, sin infraestructuras
no habrá espacio urbano, con infraestructuras puedo o no haberlo. La
infraestructura deviene territorio, es decir construye cualidad urbana, el
territorio se vuelve infraestructural, se desterritorializa, es decir que para
que haya infraestructuras debe existir una cualidad territorial que en su
desplazamiento cristalice una nueva condición que ya no es la territorial.
La noción de espacio urbano que se desea
construir, no solo se constituye a través de sus infraestructuras, ya que sería
ingenuo pensar que ocupando el territorio con mega estructuras aseguraríamos
esta cualidad, sino que para que haya espacio urbano entre muchos otros
factores, es necesario que el territorio y todos sus actantes condicionen sus
infraestructuras, las singularicen, incluso en su generalidad. El territorio
deviene infraestructura y la infraestructura deviene territorial, siendo este
pasaje de información el principio de las condiciones cualitativas en la
construcción del espacio al que llamamos urbano. Yona Friedman en La arquitectura móvil propone una
infraestructura totalizante, aunque presuntamente neutral, donde los
habitantes, pensados más como individuos independientes que como colectividades
o grupos, puedan formar su ambiente personal siguiendo su voluntad,
independientemente de cualquier profesional, arquitecto o urbanista con ansias
de regulación o de formalización de ciertos aspectos de las infraestructuras.
Aquí aparece una paradoja, la estructura que constituye esta infraestructura es
predeterminada tanto como la infraestructura y su condición estratégica, ya que
consiste en un entramado tridimensional de varios niveles, los cuales a su vez
están elevados sobre la superficie del terreno. Estos entramados están
constituidos por barras dispuestas de tal manera que solo es permitido la
inserción de volúmenes ortogonales en los huecos situados entre las barras, por
lo cual la libertad de apropiación de la que habla Friedman, por lo menos en
uno o varios aspectos, no es tal, ya que la única forma de ocupar el espacio está
condicionada por una estructura limitante, no más flexible que cualquier trama
urbana en cuanto a su capacidad organizativa según su propia normativa.
Interfase productiva concentra esfuerzos en la
fabricación de espacio urbano a partir de producir desplazamientos en las
organizaciones materiales que los constituyen, trabaja en este caso sobre
infraestructuras más o menos convencionales, admitiendo que estás además de su
especificidad tiene como potencia la capacidad de generar otras precisiones que
no son para las que habían sido creadas, entiende que determinadas
infraestructuras, que fueron implantadas como soportes para el desarrollo de
algunas actividades humanas y no humanas, que son específicas, que han sido
introducidas para resolver problemas concretos, en su resolución
individualizada generan otro tipo de problemas que las exceden, volviéndolas
despiadadas, inútiles y miopes, no solo respecto de un exterior que las demanda
en su restricción, sino también en función de una o varias capacidades ocultas
que no han alcanzado a desplegar.
En este contexto, Interfase Productiva construye
problemas entre infraestructura y territorio, entre infraestructuras y las
estructuras que la constituyen, y entre el territorio y sus componentes. Opera
más allá de la ruralidad del territorio o de la capacidad de urbanización de
una infraestructura en espacios intermedios no consolidados, fundamentalmente
difusos donde la arquitectura no tiene presencia y donde lo urbano se
desvanece, o no está lo suficientemente ausente como para no tener que ocuparse
de producir ciertos ajustes, entendiendo que estos lugares, comunes en todas
las metrópolis y principalmente en las periferias de las grandes ciudades,
adquieren ciertas características especiales que los hacen diferentes.
Espacios intermedios indefinidos no dejan de ser
espacios globalizados, aunque pueden ser vistos como lugares individualizados,
que presentan ciertos caracteres que los diferencian, pero que a la vez los
identifican como parte del sistema. En este sentido son territorios
globalizados ya que construyen espacios comunes y apáticos, con altos grados de
indiferencia respecto de las infraestructuras que no lo condicionan, que
simplemente se superponen independientemente de cualquier afecto, generando
espacios excluidos, expulsados sin recursos urbanos.
Evidentemente el sistema de organización
mundial necesita generar y reproducir este tipo de espacios excluidos, la
concentración de recursos no hace otra cosa que beneficiar a pocos y expulsar a
muchos. Es en este contexto general donde percibimos y entendemos que
determinados tipos de urbanidades no son casuales sino causales del propio
sistema de organización, que necesita producir ciertos espacios indiferenciados
para sostener ciertos círculos exclusivos.
Interfase Productiva investiga sobre
filiaciones supuestas entre estructura, infraestructura, superestructura y
territorio, trabaja entre divisiones más o menos tradicionales, como
global-regional, abstracto-concreto, público-privado, informal-formal,
hecho-derecho, aleatorio-sistemático, heterogéneo-homogéneo, humano-(no)humano,
producción-recepción, interpelando ciertas capacidades originales y develando
otras ocultas que puedan ser desplazadas de sus propias leyes y convenciones,
no se trata de generar novedad por la novedad misma, sino de revelarse contra
el medio, alterar al medio en el que se desarrollan mediante una serie de
componentes complejos y compuestos, dispositivos más o menos
naturalizados, para construir luego
nuevas líneas de urbanidad no contempladas por los sistemas de organización que
constituyen nuestros territorios.
Interfase productiva piensa la práctica de la
arquitectura y del urbanismo, cómo se insertan una dentro de la otra, como se
afectan y se constituyen en forma simultánea, cómo esto construye el
territorio, como lo urbano se inserta dentro de lo arquitectónico de la misma
manera que el territorio se inscribe dentro de lo urbano y viceversa, y de cómo
todo esto reescribe el presente formalizando intereses y afiliaciones mediante
un discurso teórico práctico que revele el acontecer disciplinar en un mundo complejo.
Se piensa el territorio como oportunidad, como un virtual que se actualiza, y
no como condición externa irreversible. El territorio es materia de trabajo a
ser transformada, la marca cualitativa deviene el territorio, el territorio es
pre-arquitectónico.
El territorio deviene urbano/arquitectura, son
todas materias muy complejas, compuestas y extremadamente extrañas, ya que presentan
multiplicidades muy diversas, desde formaciones específicas pre-urbanas hasta
organizaciones artificiales de hecho y de derecho que constituyen un nuevo
estrato en la genealogía del territorio, siendo este último estrato el que
adquiere la cualidad más visible de lo urbano.
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[1] Según Lucien
Tesnière, creador del concepto, los actantes son los seres o las cosas que, a
cualquier título y de cualquier manera que sea, incluso a título de simple
figurantes y de la manera más pasiva, participan en los procesos. Según
Algirdas Julius Greimas, el actante es quien realiza o el que realiza el acto,
independientemente de cualquier otra determinación.
https://es.wikipedia.org/wiki/Actante
Según Bruno Latour (Reensamblar lo social. Una introducción
a la teoría del actor-red (2005) Manantial, Buenos Aires) de quien se toma el
concepto para este texto, el par sujeto/objeto constituye una dualidad
superada, por lo cual podríamos expresar lo mismo diciendo que el mundo es como
una red de acciones cuyos nodos, a veces cambiantes, son actores o actantes,
esto es, humanos o no humanos, respectivamente. Las traducciones (las
transformaciones, los cambios) ocurren cuando esos actores o actantes (que
pueden ser seres humanos, organismos o cosas) hacen hacer, esto es, marcan una
diferencia. Esto significa que instauran un nuevo curso de acción, ligado a una
nueva estabilización en el seno de la red (lo que tradicionalmente se llamaba
un hecho o un objeto). Dentro de la red pueden darse numerosas relaciones o
conexiones entre humanos y no-humanos, y de unos y otros entre sí. Esas
relaciones son asociaciones que dan lugar a colectivos. Lo que se denomina
habitualmente sociedad no es más que un conjunto de asociaciones entre humanos
y no humanos. En este sentido no se habla de sociedad sino de colectivo, porque
la sociedad, según Latour, es algo sobreimpuesto a las asociaciones, como si
pudiera hablarse de una estructura previa a las acciones a las que da lugar. Un
colectivo, en cambio, es simultáneo a dichas acciones.
[4]
Laclau, Ernesto (2011.2005), La razón Populista, Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica.
[5] El concepto de interfase tiene su origen en la biología, la
química y la física, vinculándose con la idea de interfaz o interface
proveniente de la informática. La Interfase celular refiere al
intervalo entre dos fases sucesivas, siendo esta fase la
más activa del ciclo celular en la cual la célula no se divide y el
ADN del núcleo se duplica. Es el período del ciclo celular
en el que tiene lugar la síntesis de proteínas y la replicación del material
genético. Es el período comprendido entre mitosis. Es la fase más larga del
ciclo celular, ocupando casi el 90% del ciclo, trascurre entre dos mitosis y
comprende tres etapas. http://es.wikipedia.org/wiki/Ciclo_celular
La Interfase en química sucede en la superficie entre dos
fases diferentes en una mezcla heterogénea. La mayoría de los procesos físico
químicos naturales y artificiales ocurren en sistemas heterogéneos en donde las
diferentes fases que las componen están separadas por una interfase, definida
como la región del sistema material cuyas propiedades fisicoquímicas se
modifican. Las interfases pueden definirse según el tipo de estado de
agregación de las fases que separa, por ejemplo: gas (vapor) y líquido –
Interfase: líquido gas; sólido y solido – Interfase: sólido gas; etc.
http://faa.unse.edu.ar/apuntes/fcoqca/Un7FQ1.pdf
En informática se utiliza para nombrar a la conexión física
y funcional entre dos sistemas o dispositivos de cualquier tipo dando una
comunicación entre distintos niveles. La palabra interfaz se utiliza
en distintos contextos: Interfaz como instrumento: desde esta perspectiva,
la interfaz es una "prótesis" o "extensión" de nuestro
cuerpo. El ratón es
un instrumento que extiende las funciones de nuestra mano y las lleva a la
pantalla bajo forma del cursor. Así,
por ejemplo, la pantalla de una computadora es una interfaz entre el
usuario y el disco duro de la misma. Interfaz como superficie: algunos
consideran que la interfaz nos trasmite instrucciones que nos
informan sobre su uso. La superficie de un objeto (real o virtual), nos habla
por medio de sus formas, texturas, colores, etc. Interfaz como espacio: desde esta perspectiva,
la interfaz es el lugar de la interacción, el espacio donde se
desarrollan los intercambios y sus manualidades. Carlos Scolari, Hacer clic.
Hacia una sociosemiótica de las interacciones digitales.
http://es.wikipedia.org/wiki/Interfaz